El argumento a favor de la agricultura vertical local en interiores es convincente y tiene la capacidad de cambiar a mejor la manera que tienen los supermercados locales de abastecerse. La producción agrícola tradicional con demasiada frecuencia utiliza fertilizantes químicos y pesticidas y las granjas suelen estar a cientos de kilómetros de los supermercados a los que atienden, lo que añade emisiones de carbono a la cadena logística. Incluso los métodos de refrigeración utilizados para conservar los alimentos frescos durante el transporte generan una gran cantidad de CO₂.
La agricultura vertical en interior combina la iluminación adecuada y la mejor nutrición con niveles controlados de agua, ofreciendo una forma eficiente y sostenible de producir alimentos frescos.
La producción de frutas y verduras de esta forma no reduce la calidad. De hecho, la luz adecuada durante el crecimiento permite optimizar la calidad, mejorar el sabor, prolongar el período de conservación y preservar el color del alimento fresco. Las recetas de luz incluso se pueden adaptar para mejorar la textura, contribuyendo, por ejemplo, a que las lechugas sean más crujientes. Los productos también se pueden cultivar en función de la demanda, lo que supone un menor desperdicio de comida y energía.